El escritor

 El escritor 28/06/2023

Sus dedos se movían con elegancia y tristeza sobre el papel, trazando las palabras que expresaban los pensamientos más profundos de su alma atormentada. La pluma se deslizaba sobre el lienzo blanco, como un suspiro fugaz en medio de la noche.

De sentía perdido en un mar de recuerdos y añoranzas, y buscaba consuelo en las letras que derramaba con cada trazo. En cada palabra escrita, encontraba un destello de esperanza y una pizca de alivio a su pena.

La carta estaba destinada al viento, un confidente silencioso que llevaba consigo los mensajes secretos de los corazones rotos. Sabía que el viento, aunque incorpóreo, era capaz de transmitir sus palabras a lugares lejanos, donde alguien, quizás, pudiera entender su dolor.

Anhelaba liberar su carga emocional, liberarla en el viento y confiar en que este llevara consigo sus pesares y tristezas. Esperaba que, al desprenderse de aquel lastre, pudiera encontrar la serenidad perdida y encontrar un poco de paz en medio de la tormenta que lo envolvía.

A medida que las letras se apilaban una tras otra, la carta se llenaba de una profunda vulnerabilidad y anhelo. Dejaba fluir sus pensamientos sin censura, revelando sus miedos más oscuros y sus anhelos más profundos.

Escribir era su forma de dar voz a los sentimientos que a menudo quedaban atrapados en su interior. A través de las palabras, se conectaba con su propia esencia, permitiéndose sentir y expresar todo aquello que lo atormentaba.

Al finalizar la carta, la dejó reposar sobre la mesa, como un tesoro frágil esperando ser liberado. Miró por la ventana, donde las ramas de los árboles se mecían al compás del viento, como si estuvieran esperando su mensaje.

Con un suspiro resignado, tomó la carta entre sus manos y salió al exterior. Con delicadeza, la alzó hacia el cielo y la dejó caer. El papel voló en el aire, bailando con el viento, y desapareció en la inmensidad del horizonte.

En ese momento, sintió cómo un peso invisible abandonaba su pecho. Sabía que, a partir de ese instante, el viento llevaría consigo sus palabras, liberándolas al mundo y permitiéndole sanar su corazón herido.

Y así, sumido en su melancolía pero con una chispa de esperanza en su mirada, regresó a su soledad creativa, confiando en que algún día, quizás, esas palabras encontrarían su destino y serían comprendidas por aquellos que también buscaban consuelo en el viento.


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