La visita de una pequeña avecilla... Ella está irritada contra el reflejo de su imagen en el vidrio de la ventana. Se imagina, supongo, un adversario, un usurpador de su territorio... Solo espero que no se lastime.
El escritor 28/06/2023 Sus dedos se movían con elegancia y tristeza sobre el papel, trazando las palabras que expresaban los pensamientos más profundos de su alma atormentada. La pluma se deslizaba sobre el lienzo blanco, como un suspiro fugaz en medio de la noche. De sentía perdido en un mar de recuerdos y añoranzas, y buscaba consuelo en las letras que derramaba con cada trazo. En cada palabra escrita, encontraba un destello de esperanza y una pizca de alivio a su pena. La carta estaba destinada al viento, un confidente silencioso que llevaba consigo los mensajes secretos de los corazones rotos. Sabía que el viento, aunque incorpóreo, era capaz de transmitir sus palabras a lugares lejanos, donde alguien, quizás, pudiera entender su dolor. Anhelaba liberar su carga emocional, liberarla en el viento y confiar en que este llevara consigo sus pesares y tristezas. Esperaba que, al desprenderse de aquel lastre, pudiera encontrar la serenidad perdida y encontrar un poco de paz en medio...
No es mucho lo que he aprendido, pero si es suficiente para mencionar que sé más de lo que muchos quisieran enseñarme. El intento constante de afirmar el conocimiento dominante muestra un delirio agrandado de cierto complejo de superioridad intelectual al que de manera automática se dispara en el intrincado coleccionar neuronal de mi sistema nervioso, las más ásperas murallas de resentimientos.
14 de mayo del 2020 El desespero interno de la inapetencia del alma, esa sensación de culpabilidad y enojo combinada con una fuerte corriente de ganas de estallar pero con la esperanza de que la represa, que se augura débil al embate, resista el inconsolable desvarío del insomnio por expresar con certeza el cúmulo de ideas rimbombantes a la sombra de la razón.
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