Esa inexplicable sensación de alivio cuando te saludan el alma, esa brisa fresca acompañada de una dulce voz al escuchar tu nombre, esa perdida de cordura momentánea al encontrarte con su mirada. Así se siente la visita...
Con la singularidad de su quietud y la algarabía de sus olas, lo impactante de su nitidez, simplemente fue una visita genial a esta playa escondida detrás de un camino intransitable en invierno y que aún en varano nos costó recorrer. Es un lugar para volver cuando soplen mejores los vientos y que aún los amigos caminen con ánimo de seguirte o de que les sigas. El tiempo pasa y cada vez se alterna más lejano el pasado diluyendose en recuerdos de planes olvidado.
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